En 2011, Rusia se convirtió en un jugador central de la exploración espacial. Proyectos como la ISS dependerían críticamente de su tecnología y numerosas misiones espaciales debían utilizar sus medios e instalaciones para llegar a buen puerto. Moscú lo sabía y lo aprovechó. Durante esta década, muchos proyectos intentaron romper ese monopolio; solo Space X había demostrado poder hacerlo.
Pero una cosa es poder hacerlo y otra, muy distinta, es soportar todo el peso de las misiones tripuladas sobre tus hombros. Hoy era la hora de la verdad y ha sido un éxito.
El Zar de todo… el espacio cercano. El 21 de julio de 2011, con Atlantis, el programa Space Shuttle de EEUU daba carpetazo a 135 misiones tripuladas y 30 años de lanzamientos espaciales. Desde ese día, ninguna plataforma estadounidense (nave y cohete) ha sido utilizada para lanzar misiones tripuladas. Desde entonces, no había operativa ninguna plataforma estadounidense (nave y cohete) capaz de lanzar misiones tripuladas.
Aunque China también contaba con esa tecnología, el Congreso Norteamericano impide que la NASA trabaje con ellos, así que Rusia se convirtió en el aliado clave para seguir manteniendo cosas tan importantes como la Estación Espacial Internacional.
Y lo aprovechó. La factura de la Soyuz se estaba haciendo cada vez más grande. y el precio del billete espacial pasó de los 21 millones que costaba en 2008 a los 90 millones de dólares de octubre de 2019. Unos meses después, Space X puso a la primera tripulación en el espacio.
Por qué el primer vuelo tripulado de Space X y la NASA es tan importante: independencia de los rusos y turismo espacial en juego
Romper el monopolio. Los 55 millones de dólares que costaba el billete en la Crew Dragon, la convertían en la mejor opción para que los programas espaciales occidentales se independizaran de Roscosmos, la agencia espacial rusa. No obstante, la pandemia ralentizó (e, incluso, paralizó) el desarrollo de todos estos programas. El éxito hace unos días de Axiom 1, la primera misión privada a la ISS, demostraba que la alternativa seguía ahí. Pero el momento clave de esa independencia lo hemos vivido hoy.
La hora de la verdad. En abril, como respuesta a las sanciones de Occidente por la invasión de Ucrania, Rusia anunció que suspendería su colaboración con la Estación Espacial Internacional. Hasta ese momento, la posibilidad de independizarse de Rusia era eso, una posibilidad. Ahora se había convertido en una necesidad. Si el programa de Space X fallaba, el futuro cercano de la ISS estaba en peligro.
Crew 4. Hoy a las 7:53 horas GMT desde el Centro Espacial Kennedy, un Falcon 9 debía trasportar a cuatro astronautas a la Estación en la cápsula Dragon Freedom. Y, afortunadamente, ha sido un éxito. No llegarán a la estación hasta final del día (se tardan 16 horas), pero al completar el lanzamiento se da el pistoletazo de salida a una de las mayores reorganizaciones del espacio cercano: la que dejará a Rusia sin el papel central en la exploración espacial que hasta ahora seguía teniendo.
Porque esto afecta directamente al transporte de pasajeros, sí; pero va más allá. Recordemos que la ESA se vio obligada a suspender su misión Exomars precisamente porque la colaboración con Rusia era esencial para su éxito. La misión, por cierto, salía en septiembre. A partir de ahora, la carrera espacial por controlar la órbita cercana de la Tierra, establecernos permanentemente en la Luna e, incluso, llegar a Marte se vuelve más complicada que nunca.
Imagen | Misión Starlink – Space X
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La noticia
Toda la logística de la Estación Espacial Internacional dependía de Rusia. Eso cambia a partir de hoy
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Jiménez
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