Cuando Atrás Hay Truenos comenzó a trabajar en su tercer disco a finales de 2013, la banda no imaginó que iba a tardar tres años en terminarlo. Ese largo proceso de grabaciones, giras, ensayos y shows es el objeto del documental Metales aliados, dirigido por Mariano Di Césare. También reconocido por su carrera musical como cantante y compositor de la banda Mi Amigo Invencible y su proyecto solista El Príncipe Idiota, Di Césare siguió esporádicamente a los Truenos durante esos años, acompañando los encuentros dentro de estudios de grabación que resultaron en un disco que no es uno más ni dentro del catálogo de la banda neuquina ni en el firmamento de la escena argentina.
Hacia 2013, la banda oriunda de Neuquén ya se encontraba establecida en Buenos Aires, y contaban con dos discos en su haber: Romanza de 2012 y Encanto de 2013. Estos trabajos vieron la transición de los Truenos de ser un proyecto instrumental a convertirse en una banda de canciones, sin abandonar su sonido infundido de distorsión y su ambiciosa curiosidad por la experimentación. Su tercer disco los vio sumergirse en un proceso creativo que a las claras les resultó novedoso, incierto e impredecible, pero unidos por un mismo objetivo: Bronce.
Más allá de la mística que rodea a la banda y a su magnum opus, Metales aliados esquiva los lugares comunes en los que suelen caer los documentales sobre bandas de rock. Di Césare no fuerza una narrativa donde no la hay, e incluso le da un lugar a la vida personal de los músicos. Vemos al cantante Roberto Aleandri y el guitarrista Ignacio Mases en sus trabajos de oficina, al bajista Diego Martínez mudándose de su departamento, y al baterista Héctor Zuñiga en momentos de tierna intimidad junto a su familia.
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En esa línea, el recorte de esos años que Mariano realizó junto a la montajista Libertad Gómez prioriza los pequeños momentos en los que aparece el deseo, esos raptos de inspiración creativa de la banda, incluso cuando suceden fuera de un estudio. La primera escena del film los muestra en los bancos de una iglesia, usando una grabadora portátil para registrar el sonido de las campanas mientras se turnan pasándose una lata de cerveza. Tal vez por ser músico él mismo, el ojo de Mariano está menos interesado en buscar la esencia de lo musical donde usualmente se pensaría que esta reside; por el contrario, emprende la búsqueda de esa inspiración en los márgenes, en las aristas. Nos lo muestra en conversaciones cotidianas, chistes internos, discusiones sobre si tal o cual tipo de azúcar hace mejor, y otros intercambios que bordean el absurdo y lo sórdido.
“Transcurrieron a la par -señala Mariano acerca de la hermandad entre el disco y el documental-. La grabación de Bronce fue el objeto disparador, una puerta abierta al interior de la banda”. La idea surgió cuando se anotó en un taller de cine documental dictado por el director Ulises Rosell. “Quedamos en tomar un café para contarle sobre lo que quería filmar. Salí de casa sin saber qué película o qué quería filmar, solo quería hacer el taller. En ese trayecto de un par de cuadras, armé un plan y aparecieron los Truenos, que los había visto por primera vez hacía un par de fines de semanas en Pura Vida, La Plata. Cuando llegué al café, le dije ‘quiero filmar esto’, y me fue guiando en los primeros meses”.
Para ese entonces, y en paralelo al registro documental, Mariano ya tenía su veta de dirección bien asentada. “Mis inicios fueron tempranos, ingenuos y frescos -recuerda-, antes de entrar a la universidad que quebró las placas tectónicas de mi cabeza. Entré a la Escuela Regional de Cine y Video en Mendoza, y luego hice la carrera y licenciatura en la Universidad del Cine, por lo que mis comienzos fueron siete años y medio sin parar de investigar, estudiar y filmar como un explorador en un terreno infinito. Le debo mi vida entera a esos años“.
Como creador de la productora audiovisual Los universos islas, Mariano también ha dirigido videos musicales de sus proyectos personales y de otras bandas, así como ha registrado presentaciones de bandas en vivo para el ciclo audiovisual Tenemos las máquinas y las Sesiones del fuego. “Empecé a filmarlos en una sesión en los estudios ION, temprano en 2014, fui a probar a ver qué onda, y de a poco me fui quedando hasta el 2016”.
¿Por qué “Metales aliados”?
Lo que me atrajo en un principio a la banda fue ver que cuatro seres se complementaban de una manera muy orgánica, sus ideas se fundían con una fluidez maravillosa, y cuando escuché una de las frases de la canción “Bronce” («somos metales aleados, no se pueden separar»), al toque la vi, además de que me encanta cómo suena.
¿Qué historia buscabas reflejar en la película?
Nunca supe si tenía que reflejar algo, simplemente me dejé llevar por lo que ocurría frente a la cámara. No sabía bien qué estaba buscando. Me seducía el formato documental de poner la cámara y desplegar pacientemente una espera y que sucedieran cosas ahí adelante, que florecieran elementos con vida propia. Cada vez que plantaba la cámara ahí, el recorte me parecía siempre lindo y dejaba que transcurrieran las cosas dentro de esa quietud. No quise intervenir en casi ningún momento, pero sí tuve que hacer recortes desde el lente de la cámara, desde la duración del plano. Y luego lo que me atrapó a la hora de decidir con qué momentos nos quedábamos con Libertad [Gómez, montajista,] tenía que ver con la cotidianidad de los días que envolvían el proceso de grabación del disco.
¿Cómo influyó tu visión de músico a la hora de pensar lo que ibas a contar del proceso de Bronce?
Creo que lo que más me interesaba era separar los roles, o fundirlos y borrar ese límite. Y con ellos también, por eso hice hincapié en filmar el mundo paralelo a los estudios y a los shows, me concentré más que nada en eso. El hecho de ser músico me ayudó a desplazarme entre cables y sonidos con naturalidad.
El documental recorre sentimientos y emociones muy contradictorios en los que está inmerso el proceso del disco: hay momentos de humor y belleza así como de angustia que convive con cierta precariedad o fragilidad de las condiciones que emerge la obra. ¿Cómo logran emerger el disco y tu documental de esas contradicciones?
Justamente, la fuerza está en el día a día por fuera de la idea de ser un músico como se creía que tenía que ser. El arte de lo cotidiano es lo que más me seduce. Es lo que consumo y es lo que me interesa explorar, por la carga de misterio y contradicción que esconde.
Sala Lugones, Teatro San Martín en la calle Corrientes. En el inicio de la última edición del Festival Escenario, se respira un tenue aire de celebración, de fraternidad, que se confunde con la calurosa humedad del verano por llegar, combatido con latitas de birra compradas en el chino, que se toman a las apuradas, en la puerta: músicxs, periodistas, artistas visuales, escritorxs, pero en definitiva colegas, amigxs, hasta hermanxs circulan, charlan, ríen e ingresan de a poco a la sala en el piso 10, esperando a que se apaguen las luces. «Kshhhhhh», suena alguna que otra lata que alguno se encanutó en el bolso mientras la pantalla cobra vida. En la primera escena, vemos a unos amigos charlando con cara de tener algo entre manos en la puerta de una iglesia, a la que entran con un grabador y alguna que otra lata encanutada mientras los espectadores miran y, en cierto sentido se identifican, confundiéndose el adentro y el afuera.
“Lo lindo de que existan el disco y la película es el testimonio de nuestras pasiones humanas”, dice Diego de Atrás Hay Truenos, quien también realizó el diseño de sonido del documental junto a Violeta Castillo como artista de foley. “A Mariano siempre le interesó mostrar la parte humana de la banda, lo que hace que la música sea como es”, agrega.
La relación entre el director y la banda toma protagonismo hacia la mitad del documental, durante la Gira Solar que los Truenos realizaron en 2015 junto a Mi Amigo Invencible y Niño Elefante. “Fue un hito en nuestra historia -recuerda Diego sobre el viaje de Córdoba a San Martín de siete shows en ocho días-, fue cuando nos hicimos amigos entre los integrantes de las dos bandas”. La película refleja este vínculo tomando un registro más crudo, con cámara de VHS en mano que le permite a Di Cesare mayor libertad para divertirse con la filmación y así involucrarse más activamente desde el ojo de la cámara. “Nuestra relación siempre afectó en la película -reconoce Mariano-, pero traté de mantenerme al margen con ciertas herramientas cinematográficas”.
¿Cómo te gustaría que sea recordado Bronce?
Me gustaría que sea recordado como es. Atemporal. Que en cualquier momento de la línea de tiempo le des play y te lleve a lugares nuevos siempre.
¿Qué nuevos deseos te suscita el hecho de que ya exista tu ópera prima como director? ¿A dónde te gustaría que llegue esta película?
Quisiera que la película se viera en la oscuridad de una sala, con buen sonido y distracciones en modo avión. Estamos trabajando en eso, queremos girar con la película a todo el mundo. Y que al salir del cine, la gente salga y le de play al Bronce.
Atrás Hay Truenos se presenta el viernes 11 de febrero a las 20 h en Gap (Constitución 5780, Mar del Plata), en el marco del aniversario por los 20 años del sello Casa del Puente, entradas disponibles en Articket. Escuchá Bronce en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Apple Music).
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