Cuando compras un Android, tienes un sistema operativo común entre las decenas y decenas de fabricantes. Si compras un iPhone, tu 13 Pro Max tendrá el mismo sistema que un vetusto iPhone 7. Pero si te compras un coche, te lanzas a la aventura con el software. El sistema de infoentretenimiento de los vehículos ha ido avanzando con el paso de los años, aunque arrastrando varios problemas consigo.
La falta de actualizaciones al no pasar por concesionario, interfaces antiguas que no se pueden renovar o falta de funciones básicas al no funcionar, gran parte de ellas, mediante apps. Android Auto y Apple CarPlay han servido para solucionar estos problemas, yendo Google un paso más allá. Con Android Automotive quieren desterrar los propios sistemas de infoentretenimiento de los coches, para virar hacia un sistema unificado, actualizable y más completo.
La popularidad de Android Auto es el reflejo del caos actual
Android Auto, recientemente actualizado a su versión 7.5, acumula más de mil millones de descargas en Play Store.
Salvando que hay cierta trampa, ya que viene preinstalada en los móviles Android, la popularidad de la app refleja que no pocos usuarios se valen de Android Auto como sistema de infoentretenimiento. Lo mismo es aplicable a los usuarios de iPhone con CarPlay.
La principal ventaja de usar estos sistemas es que tienen un abanico de apps más amplio, actualizaciones constantes (dependen de las propias actualizaciones del teléfono) e interfaces acordes al año vigente. Adicional a esto, lo más relevante es que la interfaz es la misma, tengas el coche que tengas.
Los sistemas de infoentretenimiento integrados en el propio coche (siempre que sean de un coche reciente) suelen ser completos a nivel de personalización de los elementos físicos del mismo (luces led interiores, gestión del habitáculo, reproducción multimedia), pero carecen de un ecosistema de apps que nos permita escoger con qué aplicación queremos navegar, desde cuál queremos escuchar la radio o de cualquier función propia que quizás no han querido implementar, y que cualquier competidor directo sí ha incluido.
Teniendo en cuenta que el parque móvil europeo tiene una media de 12 años, lo más probable es que nuestro coche o bien ni siquiera tenga un sistema de infoentretenimiento, o bien que el que tenga sea bastante vetusto y con una interfaz anticuada. Ni que decir tiene que cada fabricante monta el procesador que quiere, un problema más en la lista, ya que dependiendo de dicho chip el sistema se moverá mejor o peor.
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La solución a esto sería crear un ecosistema nuevo desde cero, que lo montasen la mayoría de coches y que se actualizase de forma sencilla. Tener Android en el coche de fábrica. Google ya está manos a la obra.
El siguiente paso: Android Automotive
Android Automotive se estrenó en coches que nos quedan algo lejanos, como el Polestar Precept, pero ya está presente en el nuevo Renault Megane e-Tech y estará presente en toda la flota de Ford en 2023. La idea es clara: crear un sistema de infoentretenimiento estándar, basado en Android, actualizable mediante OTA y con el ecosistema de apps de Google.
Cada fabricante puede personalizar y adaptar la interfaz (tal y como hacen los fabricantes en Android), pero el sistema es el mismo, las apps son las mismas y el funcionamiento es el mismo en todos los coches que lo implementen. Una pequeña utopía que depende de que el propio fabricante quiera implementar Android Automotive en el vehículo, ya que no son pocos los que se resisten a hacerlo.
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La noticia
El software de los coches era un caos. Hasta que llegó Android Automotive
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Ricardo Aguilar
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