El sexto vuelo de prueba de Starship dejó dos cosas claras. Abandonar la fibra de carbono y apostar por un fuselaje de acero inoxidable fue clave para que un cohete relativamente barato y fácil de ensamblar resista a la reentrada atmosférica de una pieza. Al mismo tiempo, el escudo térmico que debería proteger ese fuselaje de las altas temperaturas del plasma no está funcionando como SpaceX esperaba.
«El mayor desafío tecnológico que le queda a Starship —escribió Elon Musk— es un escudo térmico total e inmediatamente reutilizable. Poder aterrizar la nave, repostar combustible y despegar de inmediato sin necesidad de reparaciones, ni de inspecciones laboriosas. Esa es la prueba de fuego».
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Pero SpaceX está aún lejos de conseguirlo, a juzgar por las imágenes de la nave amerizando por primera vez en horario diurno sobre el océano Índico. Una cámara ubicada en una boya captó a la Starship 31 poniéndose en vertical tras volver del espacio. El fuselaje que el escudo térmico debería haber protegido está visiblemente chamuscado. A diferencia del propulsor Super Heavy, que se encarga del despegue, la nave Starship, donde irán los satélites y astronautas, tiene un largo camino por recorrer para reutilizarse sin reparaciones.
Volver a la refrigeración activa
Además de reconocer que este es el mayor desafío técnico del programa Starship, Elon Musk reveló en su perfil de X que SpaceX se plantea volver a un diseño anterior del escudo térmico. La idea, previamente descartada por su complejidad, consiste en añadir refrigeración activa al cuerpo de Starship haciendo que los propelentes criogénicos que impulsan el cohete pasen también por una fina película exterior, ya sea en estado líquido o gaseoso.
La refrigeración por película líquida o gaseosa en zonas críticas de la nave se complementaría con el blindaje metálico de su escudo térmico, que consiste en miles de losetas cerámicas individuales. Todo esto añadiría complejidad, peso y costes al cohete, pero el problema es que SpaceX se pasó de frenada al probar con un escudo térmico demasiado simple para su objetivo de reutilización.
Aunque técnicamente es un paso atrás, es parte de la filosofía de ensayo-error que SpaceX está siguiendo con el desarrollo de Starship. Nunca se había hecho una nave espacial con un escudo inmediatamente reutilizable. SpaceX sustituye parcialmente el escudo de la cápsula Crew Dragon antes de lanzarla de nuevo a la Estación Espacial Internacional. El transbordador espacial de la NASA tenía un escudo térmico reutilizable, pero requería meses de restauraciones para volar.
El sexto vuelo de Starship ha sido el último de la actual generación de la nave. La Ship 33 que volará en el vuelo siete es la primera de las llamadas V2 o Block 2, que tienen depósitos más grandes, un escudo mejorado y alerones delanteros mejor protegidos del calor de la reentrada. De cara al octavo vuelo, SpaceX aspira a aterrizar la Starship con el mismo método que usa para el Super Heavy: atrapar la nave con los brazos de la torre Mechazilla.
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El escudo térmico de Starship no está haciendo bien su trabajo. Elon Musk ya se plantea volver a un diseño descartado
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Matías S. Zavia
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