¿Qué se puede esperar de una artista como Catnapp? Inmersa en el mundo de la electrónica de Berlín, sin embargo siempre con sus raíces argentinas en mente, nos encontramos con una artista que pasa por tantos estilos musicales que tratar de ficharla en uno solo sería no entender el punto para nada. Se pueden escuchar los sonidos sintetizados del techno alemán, junto con la cadencia rítmica del rap latinoamericano, con los bajos escondidos de Europa del Este. Con todas las fichas, Catnapp es una artista omnívora, que sobrepasa la necesidad de algo tan establecido como el género musical.
Como es de esperar con artistas con tanta ambición, Catnapp ha comenzado a fusionar sus creaciones con proyectos audiovisuales que complementan su música. La pandemia la retuvo por un tiempo, pero era una cuestión de esperar al momento correcto para volver a donde ella pertenece… ¿pero dónde pertenece ella? La respuesta viene en forma de distintas opciones, y ninguna logra satisfacer del todo (y tampoco deberían). Pero, a partir de su amplio conocimiento de tantas escenas en tantos lugares, está lista para volver a su país de origen y compartir lo que ha aprendido y cómo ha evolucionado a partir de los años.
En este momento, aparece con dos shows en febrero. Uno de ellos, una performance de un proyecto con distintas evoluciones en los últimos años titulada Damage Experience en Artlab Studio; el segundo, un concierto al aire libre y gratis en el Museo Sívori para cerrar el ciclo Atardeceres electrónicos el 19 de febrero. A raíz de esto, Indie Hoy se sentó a hablar con Catnapp sobre lo que ha estado haciendo y lo que está por venir.
Pasó un tiempo desde que tocaste en Argentina en enero del año pasado. Ahora volvés con la performance que hiciste este 2 de febrero en Artlab Studio. ¿Cómo fue esa experiencia?
¡Lo del Artlab estuvo muy bueno! Estuvo re piola poder presentar el show que teníamos en una pantalla buena, con sonido bueno, para pocas personas, sin querer hacer un show muy grande. Lo que hacemos es muy particular: armamos el show, visualmente, a partir de un EP que había sacado hace 2 años, Damage, que habíamos comenzado a trabajar antes de la pandemia. Lo que mostramos hace unos días fue una adaptación de lo que tendría que haber sido el show, porque primero lo tuvimos que adaptar a un medio digital y luego esa adaptación la tuvimos que reformular a modo de performance física. Pasó por muchos cambios durante los años, como una triple adaptación.
Y con respecto al show que hacés el 19 de febrero en el Museo Sívori, ¿esperás que sea un show más en tu tierra natal o tenés expectativas distintas?
Cada vez que vengo a tocar acá, las expectativas son siempre poder reconectar con el público con el que empecé, o con gente de donde vengo que tal vez no me escucha desde hace un montón. Es re lindo el proceso, de ver a personas que me iban a ver a tocar en 2010 y me vienen a ver de nuevo ahora. También es algo que da un poco de nervios, me hace pensar, “Ay, ¿les gustará lo que hago todavía? ¿Seguirán contentes? ¿Vendrán les mismes, o será solamente público nuevo?”. Pero reconectar con esa audiencia de antes es algo que me da ilusión.
¿Cambiás tu enfoque con respecto a qué música tocar o pasar dependiendo de cada lugar o país en el que terminás tocando?
La verdad es que no. Por lo general, armo un set de principio a fin y lo toco en todos lados de forma igual. Tal vez antes, cuando tocaba a las tres de la tarde o súper a la noche, hacía algún cambio, pero ahora siempre me ponen shows en un lugar en el que encaja lo que yo ya tengo planeado. Porque toma mucho tiempo armar un show: la conexión entre los temas, los acompañamientos visuales… La única excepción es cuando vengo acá. Acá siempre hay temas viejos que tal vez la gente de Europa no conoce, pero el público local que me sigue desde hace mucho sí, entonces me gusta incluir algún tema viejo en los shows.
Has trabajado mucho estos últimos años con artistas argentines, como Doxxed, Bungalovv, además de tus compañeros en Berlín. ¿Hay algo que te llame la atención de parte de la escena nacional electrónica que produzca estas colaboraciones más estrechas?
Siempre tuve interés en la escena de acá y en lo que tienen para ofrecer les chiques argentines. Recuerdo trabajar con artistas de Paraguay, de México, de Chile… siempre traté de ver lo que sucedía en los alrededores. Pero la escena de acá siempre me pareció increíble, e incluso más estando en Berlín, porque cada vez que sale algo nuevo nacional me toma por sorpresa. Porque no veo el cambio gradual, de repente esta persona salió, me meto a ver, y me encuentro con toda una nueva comunidad de artistas que no sé de dónde salieron. Me asombra un montón el crecimiento que hay porque es constante. Siempre quedo sorprendida.
Pasaste gran parte de estos últimos años en Berlín. ¿Cómo encajas en ese ámbito? ¿Sentís el rol de una outsider o ya hay un mayor círculo en el cual te podés manejar?
Creo que es bastante más fácil para mí encontrar un lugar allá que acá. No sé exactamente por qué, pero allá hay una mezcla de muchos países, gente de todos los lados de Europa y, en general, van ahí por la música o para desarrollar su carrera musical. Todo es muy artístico todo el tiempo y eso da lugar a que sea mucho más abierta la cultura, que la gente esté interesada en expandirse creativamente. Acá en Argentina siempre tuve esta dificultad de no terminar de ser ningún género en particular: ni rock, ni pop, ni del todo rap. Ahora hay ritmos que se denominan más “urbanos”, pero yo tampoco encajo ahí del todo, así que todavía tengo ese problema: no soy ninguna de esas cosas. En Berlín es mucho más fácil, hay más artistas que hacen cosas distintas, como yo, y eso me facilita la entrada.
En los últimos años ha habido una subida importante en la música electrónica, un género como el hyperpop que tiene raíces tanto en Estados Unidos, como en Inglaterra, como en Suecia, como en Argentina. ¿Cómo sentís que las nuevas olas encajan con tu visión de hacer música?
En particular el hyperpop me interesa, aunque no es mi género preferido. Me parece divertido, me parecía atractiva la idea de jugar con las voces y el autotune, eso es algo que me encanta y es algo que hago mucho en vivo. Incluso jugué más con eso en mis últimos sencillos. Pero después me pasa que, como oyente, no me llena mucho. A partir de cierto punto, no quiero que todo sea blink-182 con autotune.
Durante la pandemia sacabas temas o remixes o colaboraciones con frecuencia. Si no salían esas canciones de estar físicamente inmersa en la cultura techno, en no poder estar presencialmente ahí, ¿de dónde salían?
Algo que me pasa es que no necesito ir a un club o tocar en vivo para que me salga una canción. Tengo un contenido interno de cosas que me pasaron, de distintos acontecimientos, de experiencias propias, ¡de la vida misma! Por ejemplo, una canción que hice para un compilado de la discográfica AGVA, “Losing My Mind”, me salió de tener una resaca después de una fiesta con unes amigues y básicamente habla sobre cómo no voy a usar mi cerebro hoy.
Esa performance que estuviste haciendo, la Damage Experience, es algo que vino antes de la pandemia y que seguís desarrollando. ¿Hay herramientas fuera de lo musical que empezaste a manejar en cuarentena y querés ahora incorporar en tu arte?
No, la verdad es que durante todo el tiempo de la pandemia no utilicé el tiempo para trabajar o estudiar algo nuevo. Lo tomé como una oportunidad para frenar y realizar cosas mías de persona. Logré avanzar sobre algo, pero ese algo fue más introspectivo, mucho más a nivel humano, no a nivel de artista o nivel técnico.
Tuviste que parar muchos proyectos por la pandemia. ¿Cómo te afectó eso personalmente?
Bien, me vino muy bien. Tenía el privilegio de que el estado de Alemania hiciera una movida para darle plata a la gente que perdió trabajo por la pandemia, por lo cual pude sobrevivir y dedicarme a la introspección que quería hacer sin volverme loca queriendo ser híperproductiva. Trabajar y sacar música es algo que tenía que hacer para pagar las cuentas, para existir, pero lo que no hice fue volverme más productiva que antes, que es algo que hizo mucha gente. Además de eso, no estar de gira todo el tiempo es algo que renecesitaba y quería. Pude hacer esa introspección gracias a la pandemia… así que, tal vez, algo bueno salió.
¿Qué se puede esperar del futuro de Catnapp? ¿Hay algún proyecto en desarrollo?
¡Sí! Luego de poder trabajar en mi persona, pude trabajar en un nuevo proyecto que, con mucha suerte, sale en mayo de este año. Se llama Trust, tiene muchas colaboraciones, más que antes. Muches artistas argentines están en el disco como O.L.I.V.I.A o Methone, pero también hay una colaboración con un artista francés, Aamourocean, algunas colaboraciones con Modeselektor, y una cosa pequeña muy especial con John Debt. ¡También hay una colaboración con mi hermano! Tiene 21 años, nunca habíamos hecho nada juntes, y de repente un día me mandó un beat y dije, “Wow! Hagamos algo juntes”, así que eso está en el disco también. Hay cosas por delante.
Catnapp se presenta el 19 de febrero a las 20 h en el Museo Sivorí (Av. Infanta Isabel 555, CABA), la entrada es libre y gratuita. Escuchá Damage en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Apple Music).
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