En una entrevista realizada en Viña del Mar en 1987, Gustavo Cerati confesaba que una de sus actividades preferidas era ver películas. Es probable que algunas imágenes del cine le quedaran impresas en la cabeza, tal vez alguna escena de cine noir en donde un personaje fuma de noche. En la portada del disco Bocanada (1999) se observa la silueta negra de Cerati mientras libera un humo misterioso, como si dejara libre una porción de su espíritu en la música.
En su segundo álbum solista, el ex Soda Stereo profundizó su interés por la música electrónica y el uso de samples de bandas como Saint Etienne, Focus y Electric Light Orchestra, entre otras. Publicado el 28 de junio de 1999, Bocanada fue y sigue siendo un frankenstein musical: hay sonidos que remiten a boleros, música sinfónica, una batería violenta, todo enhebrado por la magia de la electrónica. Cerati logró que el romance y la elegancia se adhieran a cada canción como escenas de una película; de hecho el músico exploraría su arista cinematográfica dos años después en +bien.
Cerati se consideraba un “enfermo del detalle” y buscaba trabajar con personas que se movieran entre el perfeccionismo y la obsesión. Cada aspecto de sus producciones era importante y el arte del disco no podía ser menos. Para lograr lo que quería convocó a Alejandro Ros para el diseño y a Gaby Herbstein para la fotografía, dúo responsable de una de las portadas más poderosas y sugerentes de la discografía del músico.
Ros es un artista y diseñador gráfico argentino reconocido por su trabajo en portadas de álbumes para músicos y bandas latinoamericanas como Fito Páez, Luis Alberto Spinetta, Damas Gratis, Javiera Mena, Babasónicos y Juana Molina. De hecho ya había trabajado con Soda Stereo y en Amor amarillo (1993), el primer disco solista de Cerati. Pero para Bocanada, buscó transmitir el clima particular del disco, según él, un clima nocturno y refinado, un cabaret electrónico en donde se podían hojear revistas de moda mientras sonaban boleros.
“Gustavo me pasó los demos del álbum, los escuché y los bailé mil veces -cuenta Ros en conversación con Indie Hoy-. Siempre me dio un tono oscuro, nocturno y elegante. Por eso hicimos esa foto con Gaby Herbstein en contraluz y con una piel teñida de azul en el cuello, mientras Gustavo fumaba. En la imprenta le agregué unos brillos rojos en stamping metalizado, que en las reediciones del disco se perdieron”.
Las ideas de Ros para la portada eran sensuales y un tanto escandalosas. Una de ellas fue pintar de negro toda la cara de Cerati para que parezca un personaje siniestro que sonreía con humo en la boca. Otra fue pintar un diamante que sirva de accesorio para el músico ya que, cuando arrancó la sesión, el disco no tenía título definitivo y se creía que «Rubí» podía ser un potencial nombre. El diamante rojo, pintado con esmalte de uñas, parecía un corazón y el único elemento que transmitía calidez en la foto.
La obra de la fotógrafa argentina Gaby Herbstein circula en medios gráficos, virtuales y exposiciones de América Latina y el resto del mundo, con proyectos que generalmente involucran temáticas sociales y medioambientales. Tenía 25 años cuando conoció al músico mientras realizaba una sesión de fotos para una marca de ropa y Gustavo apareció en el estudio a buscar a su novia, la diseñadora del proyecto. Cerati conectó con el trabajo de Herbstein y la convocó para trabajar con Soda Stereo y desde entonces se generó un vínculo profesional y afectivo.
Durante la sesión de fotos, Cerati no paraba de fumar y a Herbstein le pareció una buena idea involucrar al humo en la escena. El problema era la dificultad de hacer foco con tanto humo, pero cuando la fotógrafa le comentó esto a Cerati, como un artista que larga una máxima a sus seguidores, dijo: «¿y si el humo está en foco?». Para sorpresa de Herbstein, la frase sería el título de uno de los temas del disco. A Gustavo le divertía que le saquen fotos, se comprometía con la sesión al punto de trabajar como un actor que creaba un personaje para cada click.
El plan de acción no estaba muy definido, lo cual dio lugar a mucha improvisación y un tránsito de ideas que nacían y morían durante las seis horas que duró la sesión. Las referencias para la portada fueron la tapa del Bob Dylan’s Greatest Hits Vol. II (1971), por su iluminación y colores azulados. El disco Low (1977) de David Bowie sirvió como inspiración para la pose y la ropa. Ros le mostró estos discos a Herbstein y funcionaron como una puerta de entrada, aunque la célebre fotógrafa señaló en un documental por los 20 años del álbum: «Se parte de una idea disparadora y de ahí siempre sale algo que tiene una impronta parecida pero que por algún motivo va a ser diferente».
La tapa de Bocanada es protagonizada por el color azul, un color que se asocia con la calma y la justicia. Gustavo parece estar sumergido en una noche tranquila y sin caos, su perfil parece la escultura de un rey al que el humo decora la cara, como si fuera dos cosas a la vez: una corona y un espíritu. Para el cristianismo, el azul estaba asociado con las revelaciones divinas y las promesas de limpieza y prosperidad. Tal vez Gustavo Cerati creó algo más que un disco: diseñó una promesa entre él y su público, un pacto donde lo que importaba era su presente y no la nostalgia de Soda Stereo. Un lugar para recostarse sobre la música y disfrutar, sin pedir nada a cambio.
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